Asesinaron entre 2.500 y 8.000 civiles y prisioneros, luego huyeron y les pillaron, tirándoles de todo menos flores. Eso fue La Desbandá. Aún así no tan cruenta como la Carretera de la Muerte de la I Guerra del Golfo.
El empeño de la izquierda actual, con el apoyo de la derecha corrupta, en ganar ahora una guerra que perdieron hace 80 años nos obliga a combatir en un terreno impuesto por el enemigo político y no deseado por nosotros. Dado que la dominación cultural, típica del marxismo, como medio de represión y dominio, es una estrategia que en muchos países comunistas les ha procurado una longeva permanencia al frente de las instituciones de unos estados que están al servicio del Partido.
Hoy en España se está destruyendo el Patrimonio histórico y Artístico y a la mayoría de los españoles les trae sin cuidado, con tal de continuar percibiendo a fin de mes los escasos mil euros que constituyen su salario de miseria. Miseria material y miseria moral.
Practican la represión contra nosotros que apenas nos podemos quejar solo por internet y luego les extrañará, cuando el vaso de la iniquidad esté lleno y lo colme la última gota, que actuemos con razón como ellos lo hicieron en el pasado sin ella. Pero antes que ocurra debemos agotar todos los medios a nuestro alcance y confiar en la Providencia. ¡Pues en eso estamos...! Y para ello nada mejor que divulgar por todos los medios publicitarios a nuestro alcance la falsedad de la República idealizada por los rojos actuales, porque les llaman populistas pero no son más que rojos y de lo más rancio.
Nosotros aportamos nuestro granito de arena y lo ponemos a tu disposición en nuetro armero: http://falangefutura.blogspot.com.es/2017/05/arsenal.html
que puedes usar libremente en blogs, foros o cualquier medio que se te ocurra.
«Otras guerras consisten en una sucesión de batallas. Esta guerra es una sucesión de tragedias».
Era la anotación del escritor húngaro Arthur Koestler a su paso por Motril, camino de Málaga, en enero de 1937. La frase abre además la investigación titulada 'Las lógicas de la violencia', un trabajo del profesor de la Universidad de Zaragoza José Luis Ledesma incluido en el último número de la revista 'Andalucía en la Historia', que dedica un monográfico a los años de sangre y plomo de la Guerra Civil.
«Andalucía fue la región española donde hubo más fusilamientos sumarios durante la contienda», adelanta el historiador. Además, Ledesma destaca que la toma de Málaga constituye «uno de los primeros ejemplos en la historia universal de guerra total, por la movilización de todos los recursos militares en la consecución de un objetivo y porque, por primera vez, se difuminan las fronteras entre civiles y militares a la hora de atacar al enemigo».
Los bombardeos sucedidos a partir de agosto de 1936 o el triste éxodo de malagueños a través de la carretera de Almería constituyen algunos de los ejemplos citados por Ledesma en su argumentación. El profesor también incide en otro aspecto que diferencia el caso español de otros conflictos: la violencia fue mucho mayor durante los primeros compases del enfrentamiento, cuando ambos bandos pensaban que aquello se resolvería en unas semanas y nadie intuía una guerra de mil días.
Ciertamente la Guerra de Liberación, según reconocen los historiadores solventes, fue un Guerra Civil poco cruenta, en lo que a los caídos en combate se refiere. La mayor parte de las víctimas lo fueron por:
1º La represión del Terror Rojo mayoritariamente (se conocen 80.000 víctimas con nombres y apellidos aunque hubo más), pero también por el "Terror Blanco" de los primeros momentos del Alzamiento contra el Golpe de Estado del Frente Popular.
2º Por la respuesta legal, a la que el Estado Nacional estaba obligado a dar, frente a los crímenes de guerra republicanos (50.000 condenas por los juicios militares de las que Franco indultó a la mitad, motivo por el que el fusilamiento de inocentes se redujo a la mínima expresión . Los indultados se reintegraron en pocos años a la vida social).
Apoyo a los Nacionales.
Y esa crueldad inicial encontró uno de sus primeros y más intensos objetivos en el clero de la provincia.
«Se identificaba con las fuerzas que apoyaban a los insurgentes y eso provocó su persecución con especial fiereza, hasta el punto de que casi la mitad del clero de Málaga sucumbió a la cacería de la que fue objeto», prosigue.
Ledesma cita investigaciones anteriores que cifran el número de víctimas del «terror rojo» en Málaga en unas 2.600 personas. Pese a todo, el profesor de la Universidad de Zaragoza recuerda el «evidente desequilibrio» en el número de ajusticiados en uno y otro bando en el cómputo regional.
El especialista pone por delante las dificultades para calcular con exactitud del número de represaliados. Hecha esa salvedad, el profesor de la Universidad de Zaragoza se apoya en investigaciones que registran unas 8.400 víctimas a manos de los republicanos en Andalucía frente a las más de "40.000 muertes" por parte de los sublevados (¿En Andalucía o más bien en toda España? ¿el periodista le añadió un cero de más porque la cifra le parecía pequeña? en cualquier caso la cifra que consta en el artículo es un absurdo), incluyendo tanto a los andaluces caídos en combate, en cualquier provincia, junto a los represaliados sin juicio como a los culpables de crímenes juzgados y a los muertos en cárceles por enfermedad. ¡Absurda comparación!
Recordemos que solo en la provincia de Madrid los Rojos asesinaron entre 12.000 y 15.000 civiles y prisioneros, estando las cifras de represaliados por el Terror Rojo en toda España entre 65.000 (los más prudentes) y los más de 80.000 que constan, con nombres y apellidos, en la Causa General. Todos ellos civiles y prisioneros
«Una parte considerable de ellas se produjeron tras la caída de Málaga en manos de los rebeldes en febrero de 1937 y otra parte en la posguerra», acota.
La espiral de violencia desencadenada con la contienda ofreció una de sus variantes más crueles en los campos de concentración, objeto de otra de las investigaciones incluidas en el nuevo número de 'Andalucía en la Historia'. En ese estudio, el profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, Javier Rodrigo, detalla que la «gran oleada» de campos de trabajo en Andalucía se produjo en 1939, fecha en la que surge el cuartel de La Aurora en Málaga, en el que llegaron a estar recluidas 4.300 personas.
Junto con el acuartelamiento de La Aurora, la provincia contaba con otros campos de concentración en Torremolinos (con 4.494 personas censadas en abril de 1939), Antequera (2.194) y Ronda (2.016). De este modo, al final de la Guerra Civil había más de 13.000 presos en los campos de concentración repartidos por suelo malagueño.
Casi todos los Campos de Trabajo Nacionales lo fueron antes del Frente Popular, si bien, en estos últimos la población reclusa se dice que era menor. Pero se oculta que esto es debido a que el genocidio ya se había realizado en las Checas. El gobierno de la República afirmó tener 100.000 prisioneros "fascistas" en campos de concentración, cárceles, Checas, barcos prisión y trenes de la muerte aniquilando entre 65.000 y 80.000 en total, como ya se ha indicado.
Lógicamente en Andalucía el Gobierno del Frente Popular no tuvo tanto tiempo.
Encontrar los motivos
Pero el último número de 'Andalucía en la Historia' pretende ir más allá de las cifras globales para detenerse en asuntos más relacionados con el comportamiento de las personas que vivieron aquellos años. Aspectos cercanos a lo psicológico que en algunos casos sirven para explicar algunas de las causas del episodio más negro en la historia reciente del país.
Como explica la coordinadora del dosier -la profesora de la Universidad de Granada, Teresa María Ortega-, en los últimos años
«han cobrado una importancia capital los puntos de vista orientados al estudio de los móviles que indujeron a los individuos a desempeñar un papel protagonista en el respaldo a las nacientes instituciones franquistas, tomando partido a veces de manera entusiasta en la defensa de los postulados "ultranacionalistas" y "reaccionarios" sostenidos por el bando rebelde desde la denominada 'retaguardia nacionalista'».
Estos postulados "ultranacionalistas" son muchísimo más "nacionalistas" en la Venezuela de Maduro, en el Reino Unido o en los EEUU, que en la España de Franco. Pero allí, el nacionalismo, sí que les parece algo positivo. Al igual que la supuesta "venganza" es solo "justicia" cuando se realiza por la izquierda política.
Sin embargo por más que se insista en las "venganzas" lo cierto es que todo bando vencedor debe juzgar los crímenes de guerra cuando éstos se han llevado a cabo fuera del contexto bélico, contra civiles y prisioneros desarmados y de una forma atroz propia de psicópatas.
Adaptación y Respuesta al artículo de ANTONIO JAVIER LÓPEZ
José María Hinojosa fue fusilado el 22 de agosto de 1936. Junto con él, los cuerpos de su padre, de su hermano Francisco y de otros 43 prisioneros políticos de la Cárcel de Málaga se desplomaron ante las tapias del cercano cementerio de San Rafael. El pelotón que los ajustició no estaba formado esta vez, como en el lienzo de Goya, por soldados franceses. Eran paisanos suyos quienes apretaron el gatillo.
Hinojosa hubiera cumplido 32 años en octubre. Las balas que, en sádico número se diseminaron por su cuerpo,
«sobre todo en los ojos, las preferidas ventanas de su poesía» (son palabras de Alfonso Canales), acabaron con su vida probablemente tres días después de las que, con no menor barbarie, abatieran en un barranco de la vecina provincia de Granada a Federico García Lorca. Balas, igualmente, de sus paisanos. Los unos y los otros se diferenciaban en las banderas a las que servían y en los símbolos que habían abrazado mas todos eran un mismo instrumento de terror, verdugos ambos bandos del «fresco y alto ornato de la vida».
Llorando a Federico, con dolorosa clarividencia, lo resume así Cernuda:
El odio y destrucción perduran siempre
Sordamente en la entraña
Toda hiel sempiterna del español terrible,
Que acecha lo cimero
Con su piedra en la mano.
¿Por qué asesinaron a José María Hinojosa? Como afirma con rotundidad Alfonso Sánchez en su ensayo, desde luego no porque en el despuntar de su juventud se hiciera poeta (uso adrede esta expresión, "hacerse poeta", al recordar un pasaje de las memorias de Manuel Altolaguirre, tituladas El caballo griego, en el que se desliza la sospecha de que fue Emilio Prados quien, despechado porque su novia se había comprometido con Francisco Hinojosa, hermano de José María, concibió una «cruel venganza» contra la familia: «hacer que José María Hinojosa se hiciera poeta»).
No, su muerte no se debió a que entre 1925 y 1931 publicara seis libros de poemas; a que sus versos, a partir de 1926, tras una estancia de varios meses en París que habría de transformarlo en otro hombre, se hubieran contagiado de los elementos programáticos del surrealismo; a que entre sus amigos y conocidos se contaran la mayoría de los integrantes de la joven literatura, los artistas de la Escuela española de París o los propulsores y adeptos del Manifiesto surrealista; o a que viajara en 1928 a la nueva Rusia. ¿Qué miliciano del pelotón que disparó contra él conocía sus veleidades de juventud y, de haber sabido de ellas, a cuál le importaría?
A su regreso del país que había asombrado al mundo con su revolución, Hinojosa va paulatinamente, todavía acuciado por tremendas dudas y cavilaciones, renunciando a la poesía y asumiendo el papel que su familia había soñado para él. Se convierte así, entre la abogacía, la política y la religión, en un enérgico defensor de los valores tradicionales y de los intereses de la clase privilegiada a la que pertenece, los mismos que habían atacado sus poemas corrosivos, soñadores con un mundo mejor, libre de cadenas.
Durante la convulsa travesía de la II República española, José María Hinojosa será uno de los jefes más carismáticos de las fuerzas de la derecha en Málaga. Contra esa figura, enemigo declarado del pueblo, iban dirigidas las balas que atravesaron su carne, esta vez con una herida mortal.
En el texto se nos retrata con crudo realismo la escalada de odio y amenazas, el clima prebélico que, luego del triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, se vive en las calles y en los campos de Málaga, como de España entera. Días en los que la hiel del español terrible se desborda, en los que la mano coge la piedra y todo indica que la sangre anegará la tierra.
Alfonso Sánchez refiere dos sucesos en la primavera y el verano de ese año premonitorios para la suerte de Hinojosa: a finales de mayo es detenido por la policía y en julio, en una asamblea de agricultores en Vélez-Málaga una lluvia de piedras pone fin a su arenga. Tras ese preámbulo de funestos presagios, la narración se centra en la vertiginosa avalancha de acontecimientos horribles que se desencadena a partir de la sublevación militar del 18 de julio, que en Málaga es aplastada con muchos tiros pero pocas bajas.
El autor, con profusión de datos, que extrae de muy diversas fuentes, nos hace espectadores del calvario que sufre la familia Hinojosa al completo desde la mañana siguiente: el saqueo y la quema de las villas residenciales de la Caleta, Miramar y el Limonar (entre las que se encuentra Villa Mar, el domicilio malagueño de los Hinojosa), por una muchedumbre ávida de sangre; la huída hacia el cercano edificio conocido como el Desfile del Amor, en el que estarán refugiados durante seis días de inenarrable angustia hasta que los hombres de la familia sean detenidos y llevados al Gobierno Civil; su ingreso en la Prisión Provincial el 25 de julio; los días que, de tan lentos y sombríos, parecen no pasar; la esperanza o la frustración, según los rumores que corren por el penal sean más o menos favorables para su suerte; la fe puesta en los aviones que ronronean en el cielo, anuncio tal vez de la inminente caída de Málaga; finalmente, la mañana en que una muchedumbre rabiosa ante las puertas de la cárcel exige, en represalia por el bombardeo de la aviación Nacional del día anterior, que se acabe de una vez por todas con la vida de los detenidos "fascistas", y, luego, el vejatorio traslado hasta los muros del cementerio, los disparos, la muerte, la fosa común. Y el silencio.
Las represalias por los bombardeos de la aviación es un hecho generalizado en toda la zona Roja que no ocurrió en la zona Nacional. Hoy resulta inconcebible el exacerbado egoísmo de los milicianos, no ya por el asesinato de sus contrarios ideológicos sino por no pensar en el bien de sus correligionarios presos en zona nacional. En una guerra quien no respeta a los prisioneros solo puede esperar el mismo trato para los suyos. Sin embargo la España Nacional no llevó a cabo sacas con los prisioneros.
Hemos referido antes que en el relato de los hechos se manejan numerosos testimonios que proceden de fuentes distintas: por un lado, las obras de historiadores que se hacen eco de la guerra civil en Málaga y las de memorialistas, especialmente los escritores extranjeros que por aquel entonces vivían en la ciudad o en sus aledaños como Gerald Brenan y su mujer Gamel Woolsey o Marjorie Grice-Hutchison (de entre los españoles, merecen mencionarse las memorias de José Antonio Muñoz Rojas); por otro, los documentos e informes oficiales o publicaciones de la época, como La Unión Mercantil, Estado Español y Boinas Rojas; a todo ello hay que sumar las obras de ficción que se abastecen de sucesos reales de aquel momento (así las novelas Monte de Sancha, de Mercedes Formica, y La danza y el llanto, de José María Souvirón) y el testimonio directo de testigos relacionados con los Hinojosa (recordemos que Alfonso Sánchez publicó un libro de entrevistas con familiares, amigos y contemporáneos del poeta, Este film inacabado).
La cantidad y la variedad de las visiones aportadas sobre aquel traumático episodio de nuestra Historia emparenta su ensayo, escrito en 2003, con un título indispensable para conocer a fondo qué pasó en Málaga durante el período republicano, la antología Arcadia en llamas: República y guerra civil en Málaga 1931-1937, de cuya edición, en 2011, es responsable Francisco Chica. Y cumple con el propósito expresado por su autor en la primera línea del texto: «reconstruir con rigor, detalle y precisión los últimos días de José María Hinojosa».
Una vez reconstruido el triste epílogo de la vida del escritor y político malagueño, Alfonso Sánchez, con palabras que no se alejan mucho de las que hubiera usado un fiscal, plantea, sin amedrentarse ante la actitud generalizada de mirar para otro lado, sus conclusiones. A saber: que la muerte de Hinojosa, de sus familiares y de quienes junto a ellos fueron elegidos para la «saca» de aquel día, así como los que cayeron en las que se sucedieron anterior y posteriormente, fue un crimen puesto que no hubo formación de causa ni juicio. Que aquel baño de sangre en el que se vio sumergida la ciudad muy poco después del aplastamiento de la intentona golpista se debió a la implantación del llamado por algunos historiadores Terror rojo, esto es, que el Comité de Salud Pública -irónico nombre para una organización de fines tan macabros- fue quien en verdad ostentaba el poder, por encima de los representantes legales del gobierno republicano, aplicando la «justicia del pueblo» y, en consecuencia, decidiendo a su antojo sobre la vida o la muerte de los ciudadanos.
Que, así como en Málaga y en otras capitales del país leales al bando republicano se instauró un régimen de terror por parte de las organizaciones más extremistas del Frente Popular.
Y por último, y ya nos habíamos referido a ello, que de haber sido José María Hinojosa víctima del Terror blanco, y no del rojo, su fortuna como poeta habría sido bien distinta, por lo que, si de verdad se quiere hacer justicia, habrá que convenir que «todas las víctimas pertenecen a la misma categoría», algo que muchos compañeros de generación y amigos de Hinojosa olvidaron interesadamente y que solo Luis Cernuda les recordó, aunque fuese con una escueta y mesurada línea.
Adaptado de José Antonio Mesa Toré.
La zona de España gobernada por el Frente Popular vivirá un proceso de Terror político que terminará cobrándose 60.000 vidas (entre 60.000 y 80.000).
Primero será la caza del enemigo, con la coartada de la espontaneidad incontrolada de las masas. Las víctimas de esa caza, sin embargo, no son aleatorias ni fortuitas, sino muy concretas desde el punto de vista revolucionario. Son los «enemigos de clase»: religiosos de cualquier condición, políticos de la derecha, propietarios e industriales, militares sospechosos...
Pero en muy poco tiempo, en un vértigo de sangre, la lista se amplía: ya no sólo los religiosos consagrados, sino también los ciudadanos de fe manifiesta; ya no sólo los políticos de la derecha, sino también sus votantes; ya no sólo los grandes propietarios, sino también el labrador, el comerciante, el profesional liberal; ya no sólo los militares de quienes pueda pensarse que simpatizan con el alzamiento, sino cualesquiera otros que se convierten en culpables simplemente por llevar uniforme. He aquí algunos ejemplos espigados de la obra «El Terror Rojo».
«19 de julio de 1936, domingo: José Giral, recién nombrado presidente del Gobierno de la II República, autoriza el reparto de armas al pueblo.
El «pueblo» son las milicias organizadas por los partidos del Frente Popular: socialistas, comunistas y anarquistas. Para obtener un fusil no se precisa más requisito que exhibir la documentación de un partido o sindicato de izquierdas o, incluso, manifestarse simplemente simpatizante. Miles de activistas políticos se encuentran así súbitamente dotados por el propio Gobierno de armas, es decir, de poder.
El objetivo de la medida, a pesar de contar la República con el 50% del ejército y policía, es defender a la República contra la sublevación militar que desde la tarde del 17 de julio viene extendiéndose, a partir de Melilla, por todo el territorio nacional. Las armas, en efecto, servirán para eso. Pero «defender la República», para los partidos de izquierda, equivale a desencadenar la revolución. Y junto a la revolución se desatará el Terror.
El general de artillería de la Armada Francisco Matz, subsecretario del Ministerio de Marina, asistido por el oficial de transmisiones Balboa, organiza desde el 15 de julio las comunicaciones por radiotelégrafo para que sólo sean conocidas por los marinos afectos al Frente Popular. ¿Lógica prevención ante un golpe de Estado? Sin duda. Pero ocurre que entre las instrucciones cursadas desde el Ministerio a los marinos figura aquella de que no pierdan de vista a sus jefes pues están «todos ellos complicados en la traición».
La marinería, muy infiltrada por los partidos revolucionarios, se hace con el control de las naves y apresa a los mandos.
En pocas semanas los oficiales de la Armada serán aniquilados. Alrededor del 50% de los oficiales de la Marina en zona republicana serán ejecutados por el Frente Popular a lo largo de la guerra, especialmente en Cartagena y Málaga (...) La cifra de oficiales de marina asesinados sólo en Cartagena a lo largo de la guerra asciende a 131 víctimas. El cómputo total de asesinatos asciende a 255 mandos del Cuerpo General de la Armada; la plantilla total, el 17 de julio, era de 721 personas. Matz será elevado al cargo de ministro de la Marina. Y el responsable directo de aquellas órdenes, Benjamín Balboa, oficial 3º del cuerpo de auxiliares de la Armada, será nombrado subsecretario de Marina.
En Madrid, tras la toma del Cuartel de la Montaña, los milicianos habían obtenido 100.000 fusiles: más fusiles que combatientes. Desde el día anterior funcionaban ya cinco unidades de milicias organizadas, pero ni los socialistas ni los anarquistas las movilizarán para el combate. Sólo las milicias comunistas estaban dedicadas al esfuerzo de guerra . De hecho, hasta el 27 de septiembre, ya caído Toledo, no se movilizará militarmente a las milicias socialistas y anarquistas. ¿Qué hacían hasta entonces?
Dedicarse a la represión.
Exactamente lo mismo está ocurriendo en Barcelona: en las columnas de mando anarquista que avanzan sobre Aragón militan 18.000 milicianos y 4.000 soldados regulares, pero en Cataluña los gubernamentales disponían de 100.000 fusiles. ¿Qué se hacía con los 78.000 fusiles que no fueron al frente?
Matar «fascistas». Ha comenzado la caza.
Los milicianos, conscientes de su recién adquirido poder, intensifican la represión.
El 25 de julio, en Morón de la Frontera (Sevilla), asesinan a 25 personas.
El día siguiente los asesinados son 14 en la misma provincia, en la localidad de Utrera.
En la primera semana de agosto morirán 128 personas en Jaén.
Son sólo unos pocos ejemplos de la convulsión de muerte que llena el país. Según los datos de Martín Rubio, las víctimas del Terror rojo se cuentan por miles en los trece días que van desde el 18 de julio hasta el final del mes.
Las cifras son escalofriantes. En Madrid son asesinadas 726 personas. En Aragón, 488. En Cataluña, 730. En las regiones de Levante, Murcia y Baleares, 467. En Andalucía, 478. En Extremadura, 67. En La Mancha, 409. En Asturias, 218. En Santander, 44. En el País Vasco, 79.
Martín Rubio rescata de la Causa General el testimonio, sumamente ilustrativo, del médico forense del juzgado de instrucción de Gijón, distrito de Oriente, Honorio Manso Rodríguez:
«Y así seguimos un día y otro día, encontrándonos al acudir todas las mañanas al depósito judicial con verdaderos montones de cadáveres (...) El día 14 de agosto con 91 cadáveres, el 21 de mismo mes con 142, el día 27 con 32, el 28 con 20, el 30 con 47, el 6 de septiembre con 25, y otros muchos días con cifras superiores a 10 cadáveres (...) Todavía no constituyen la totalidad de las personas asesinadas en Gijón, pues una tercera parte, o más, de los asesinados fueron arrojados al mar (...) Por último se dio orden terminante de que no fuesen conducidos más cadáveres al depósito judicial, sino que fuesen llevados directamente al cementerio".
A los pocos días de estallar la guerra, el general López Ochoa, convaleciente en un hospital militar, es secuestrado por los milicianos, fusilado y decapitado; los milicianos pasearán su cabeza clavada en una bayoneta por las calles de Madrid .
En Motril (Granada), el 26 de julio, el sacerdote Manuel Martín Sierra es apresado y conminado por los milicianos a escupir sobre un crucifijo; como el cura se negó a hacerlo, le clavaron el crucifijo en los maxilares antes de asesinarlo.
En Caspe (Zaragoza), el 27 de julio, fue apresado por los milicianos Antonio Guiu Giral; se le hizo caminar por las calles amarrado, descalzo y semidesnudo, hasta la casa de su madre, a la que se obligó a salir al balcón para ver cómo arrastraban a su hijo hasta el cementerio, donde fue fusilado.
El obispo de Cuenca, Cruz Laplana Laguna, fue asesinado el 8 de agosto de 1936; su cadáver fue mutilado con un hacha y parcialmente calcinado.
En Onteniente (Valencia), Rafael Alonso Gutiérrez, católico, fue detenido y llevado ante el comité revolucionario de Ayelo, donde se le sometió a diferentes torturas: fue enterrado vivo y le desollaron la espalda. Devuelto a Onteniente, fue fusilado el 11 de agosto (...)
Los casos de ensañamiento salvaje serán relativamente numerosos en las áreas rurales, donde los comités de milicianos se han convertido en único poder.
José Javier Esparza.
El término “terror” se ha utilizado para referirse a la coyuntura especialmente violenta que durante el verano de 1936 tiene lugar en la zona Republicana, en un momento previo a la recomposición del tejido institucional llevado a cabo por el gobierno de Largo Caballero. Es un término, conocido por la historiografía francesa y que la historiografía franquista ha utilizado como sinónimo de la responsabilidad de los gobiernos e instituciones republicanas en el estallido de la violencia. Una violencia cuyo estudio debe ser abordado en relación a la naturaleza de la revolución, que sigue al golpe militar.
Desde la pluralidad de fuentes con posibilidad de ser utilizadas para el estudio de la violencia republicana, la denominada Causa General es un conjunto documental cuyo contenido independientemente de la intencionalidad e ideología que sustenta no puede ser ignorado por ningún investigador de la guerra civil.
La Causa General es un procedimiento, instruido en 1940 por la Fiscalía General del Estado para investigar los delitos cometidos en la zona republicana durante la guerra.
Varios han sido los trabajos que se han ocupado de la Causa General como fuente para el estudio de la guerra civil. Algunos de estos estudios constituyen una detallada descripción de su contenido. En otros casos ha sido objeto de estudio, la documentación generada por los tribunales y la administración de justicia republicana. Igualmente, la Causa General como objeto de investigación histórica ha suscitado una serie de consideraciones metodológicas para su estudio.
Resulta obvio que cualquier aproximación a la información contenida en la Causa General, ha de tener en cuenta la ideología que la inspira y los objetivos y finalidades que persigue, claramente expuestos en el Decreto del Ministerio de Justicia del 26 de abril de 1940 por el que se concedía al Fiscal del Tribunal Supremo poder para instruir
“la Causa General informativa de los hechos delictivos y otros aspectos de la vida en la zona roja desde el 18 de julio de 1936 hasta la liberación”.
Una finalidad esencialmente informativa que se hizo evidente en la publicación de libros en los que puede hallarse un minucioso relato de las atrocidades cometidas durante la guerra en la zona republicana. Una mínima muestra de la barbarie “roja” puesto que lo que se publicó como Causa General solo fue un libro-resumen muy escueto subtitulado "La Dominación Roja en España".
A la detallada descripción de torturas y crueldades se añade una colección fotográfica de los cadáveres perfectamente identificados..
La Causa General de la provincia de Málaga, su contenido, organización y estructura ha sido estudiada por los profesores Antonio Nadal y Encarnación Barranquero. Y para el caso de Casares véase nuestro estudio: “El terror rojo en la Causa General de Casares”. La documentación relativa a Málaga aparece incluida en cada una de las piezas en las que se estructura la Causa General y la información relativa a los respectivos pueblos aparece agrupada por partidos judiciales:
Causa General del partido judicial de Marbella:
Estado número 3 para Benahavís:[043]
Estado número 1 para Benalmádena: [101].
Estado número 2 para Benalmádena: [103].
Estado número 3 para Benalmádena: [105].
Estado número 1 para Fuengirola: [041] y [042].
Estado número 1 para Istán: [072]
Estado número 3 para Istán: [074]
Estado número 1 para Mijas: [083].
Estado número 2 para Mijas: [085].
Estado número 3 para Mijas: [087].
Estado número 1 para Marbella: [026]
Estado número 3 para Marbella: [030] y [031].
Estado número 3 para Ojén: [037] y [038].
Causa General del partido judicial de Estepona:
Estado número 1 para Casares: [093] y [094].
Estado número 2 para Casares: [095].
Estado número 3 para Casares: [097] y [098].
Estado número 1 para Estepona: [022] y [023].
Estado número 2 para Estepona: [024].
Estado número 3 para Estepona: [026].
Estado número 1 para Genalguacil: [114].
Estado número 3 para Genalguacil: [115] y [116].
Estado número 1 para Jubrique: [123].
Estado número 2 para Jubrique: [124].
Estado número 3 para Jubrique: [125].
Estado número 1 para Manilva: [104].
Estado número 3 para Manilva: [107]
El establecimiento de los tribunales populares fue la continuación de lo que sus agentes consideraban justicia revolucionaria de los comités y organismos que desde el 18 de julio habían asumido responsabilidades en el ejercicio de la represión. Y cuyas actuaciones eran conocidas y alentadas o consideradas "normales" por las autoridades republicanas, ya fueran los alcaldes y concejales o el mismo gobernador civil, quienes en esta primera etapa de la guerra se mostraron desinteresados en controlar un terror que se ejercía incluso desde los organismos revolucionarios.
El establecimiento de la justicia legal no excluye el mantenimiento del terror ejercido por grupos cuya consideración de delincuentes o “incontrolados” debe ser matizada. A este respecto, el ejemplo más cercano aunque no el único son las conocidas sacas de la cárcel de Málaga.
Los juzgados de instrucción especiales del Tribunal Popular de Málaga comenzaron a funcionar cuando finalizaba el sangriento verano de 1936. Para entonces, la represión desencadenada desde el mes de julio por patrullas al servicio del Comité de Salud Pública de la capital había alcanzado una dimensión que convirtió a Málaga en el paradigma de una república cruel y sanguinaria.
En Málaga, como en los pueblos de la comarca parece evidente el mimetismo en la actuación de los organismos creados al establecerse el Tribunal Popular con los grupos más identificados con el ejercicio de la represión ejercida en Málaga durante los sangrientos meses de julio y agosto. Ello lo demuestra el mantenimiento de Francisco Millán López, destacado miembro del Comité de Salud Pública de Málaga como vocal del Tribunal Especial Popular y del Jurado de Urgencia, de Miguel Martín Nieto en el Comité de Investigación y Vigilancia de Marbella o la composición de los de Estepona y Fuengirola.
Pero es igualmente cierto que la actuación de los jueces instructores de los Juzgados especiales de la capital se caracterizó por su tibieza.
Junto a los grupos profesionales ya analizados, los miembros de la comunidad eclesiástica fueron objeto de una violencia totalmente focalizada.
En la diócesis de Málaga distintas fuentes han cuantificado la represión entre 165 y 170 sacerdotes asesinados de los que un 18% pertenecían a parroquias de las comarcas de Marbella y Ronda.
La naturaleza de la represión ejercida sobre los miembros del clero, interpretada por los católicos como una persecución, de carácter fundamentalmente religioso ha sido gráficamente descrita en los martirologios, realizados como los del padre Lisardo Guede para la provincia de Málaga.
Más recientemente el manejo de documentación elaborada para los procesos de beatificación, impulsados por las órdenes religiosas, permiten como el estudio realizado sobre los Capuchinos de Antequera un acercamiento a la represión del clero, no necesariamente desde la hagiografía.
No he querido sacar a la luz antes este hilo porque sólo de leerlo la pena me inunda.
Pero voy a rememorar un poco de Historia, hoy olvidada por la desmemoria no histórica.
Para los casos tristemente reales siguientes (y otros muchos que no menciono, por abreviar) no hay subvenciones, ni reconocimiento, sólo olvido.
Los hechos siguientes son históricamente comprobables, no son propaganda como el cuadro de Guernika, la falsa matanza de la plaza de toros de Badajoz, y tantos otros bulos que han corrido y aún corren por ahí.
Aquí se dan, nombres, fechas, apellidos, lugares, etc. facilmente identificables y con suficiente documentación para comprobarlos.
Pero ante posts como el de los campos de trabajo en Andalucía me veo obligado a recordar que hubo un culto al odio y la barbarie que conviene no olvidar para no repetir.
Nuestros padres y abuelos no querían hablar nunca de ello, ellos pasaron página, PERDONARON y olvidaron, pero hay gente empeñada en sembrar nuevamente el odio.
Y quien siembra odio recoge tempestades.
Pueblecito de Aznalcóllar ¿Cómo fue posible aquello?
Aznalcóllar es un pueblecito de Sevilla, a relativamente pocos kilómetros de la capital. Pueblo menudo, clásico, típico. Sus casas blancas encaladas, sus monumentos viejos, ruinosos, sus calles menudas, estrechas, accidentadas, no ofrecen especial interés.
Únicamente su Iglesia Parroquial, vetusta, artísticas, gloriosa, era visitada con frecuencia por forasteros enterados, amigos, entusiastas fanáticos del arte pictórico de Valdés Leal, la humilde iglesia poseía varios cuadros del competidor de Murillo, del pincel fuerte y realista de Valdés Leal.
También había unas esculturas renacentistas admirables, quizás de Montañés, el Mago.
En la fiesta de la Patrona se llevaba la Virgen del pueblo a hombros por las estrechas calles, es en primavera y el olor tibio del incienso nos hace evocar a quienes irían en la procesión.
D. Antonio Ramos Cerezo, con sus 72 años fecundos de trabajo y amor. Uno de los propietarios más queridos y respetados de Azanalcóllar.D. Diego Flores Castañón,.
El barbero Antonio Reina Segura,
El panadero Francisco Casuas Borreo
El comerciante Daniel Delgado Marcos
Los carpinteros Antonio Almedral Modesto y su competidor José Librero Borrero
El sargento retirado, con sus 70 años, Luciano Reina Cordero.
Estos y otros muchos fueron detenidos entre los días 13 de julio día en que empezaron (adelantándose a los sucesos) las DETENCIONES INJUSTAS y ARBITRARIAS hasta el 18 de agosto en que entraron las fuerzas liberadoras.
En ese tiempo ocurrió la tragedia más espantosa, la muerte más horrible.
Muchos son los crímenes cometidos por los rojos en todas partes, pero la barbarie de Azanalcóllar es digna de figurar como especial ejemplo de la siniestra antología del odio.
Los antes citados y otros muchos, cuya relación sería tristemente demasiado larga, fueron hacinadas en la escuela de niños al no caber todos los detenidos en la cárcel municipal.
La teatralidad y la perversa emoción del ASESINATO EN MASA fue preparada magistralmente.
Una cuadrilla de escopeteros se situó en los tejados,dominando un patinillo, que comunicaba con una gran puerta abierta que daba a la escuela.
Un grupo de marxistas, a la señal convenida, lanzaron contra la improvisada prisión un gran número de granadas de mano. Ante la lluvia de metralla los presos se lanzaron al patinillo por la puerta abierta en donde desde los tejados los escopeteros los iban tumbando en el macabro tiro al blanco.
La confusión horrible, espeluznante, trágica. Como detalle fidedigno, pese al escalofrío que produce, reproducimos lo relatado en el AVANCE DEL INFORME OFICIAL, publicado con toda garantía:
"como prueba elocuente de los interminables momentos de pavor sufridos por los asesinados aún pueden verse en las tablas del techo de una letrina situada en el patio de la escuela, mechones de pelo de los desgraciados que en su locura intentaron refugiarse allí, y ante las descargas de metralla saltaban chocando sus cabezas contra el techo.
Otra prueba del pánico que pasaron en aquellos momentos es advertir una manta con 17 agujeros de bala con la que trató, inútilmente, de cubrirse una de las víctimas ..."
Para que proseguir ...
Desaparecieron los cuadros de Valdés de Leal devorados por las llamas. Cayeron hechos trizas,las esculturas famosas, de Montañés y/o de sus discípulos.
Asesinados tus hijos preclaros, de toda condición social, de todos los oficios.
Pero tienes ya una historia terrible de ferocidad inusitada. Cuando los niños se asomen a la vida oirán despavoridos el relato bárbaro de una REVOLUCIÓN TERRIBLE, cocida en hornos extranjeros para vergüenza y escarnio de sus mantenedores, ebrios de rencor y criminalidad
¡Dirigentes locos de Aznalcóllar!
Si sus hazañas son propias de fieras rabiosas de odio, no les sometieran al juicio duro de la Historia, bastaría solo su propósito último, grotesco, estúpido y absurdo para consagrarlos.
El Comité dirigente del Comunismo en Aznalcóllar acordó, en su última sesión, trágicamente pintoresca, que
"serían fusilados TODOS aquellos hombres que desde la instauración de la República en España, hubieran contraído matrimonio eclesiástico",
dándose la grotesca paradoja que entre los inspiradores de esta salvaje idea figuraban muchos que estaban casados canónicamente.
D. Cristóbal Fábregas, arrendatario de las contribuciones de Cádiz, era un hombre trabajador, honrado, afable. Muy popular en Almería donde, en el campo de Tabernes, había adquirido una finca con el sólo esfuerzo de su trabajo constante. Era la finca la meta de sus aspiraciones, a ella se consagró por entera para poder dejársela a sus hijos ¡Con qué cariño la cuidaba! ¡con qué desvelos, lentamente, año a año, la iba mejorando!
Un día le dijeron que en sus entrañas encontraría agua abundante, de la que todo el pueblo estaba necesitado. Enseguida empezaron a abrir un profundo pozo una brigada de obreros.
D. Cristóbal no tenía mucha confianza en el resultado de la operación pero no quería perjudicar al pueblo con una negativa y así, en el peor de los casos, podía contratar una temporada a unos trabajadores.
La perforación no daba fruto y a los 90 metros hubo de renunciar a la empresa. ¡No había tal agua! y se tapió el pozo ... una sola vez fue abierto de nuevo.
Al estallar la revolución las hordas marxistas se apresuraron a usarlo como triste y espantoso desembarazo de sus múltiples víctimas. Y lo inauguraron arrojando en él al hijo del propietario, D. Ricardo Fábregas.
Un muchacho modélico, sencillo, que pese a su posición contrajo matrimonio con una humilde telegrafista del pueblo con la que formó un matrimonio ejemplar. Pero pronto el pozo adquirió celebridad trágica, enseguida se supo que era la tumba de todas las personas marcadas por los marxistas y a él fueron a parar:
D. Andrés Casinello Barreto, diputado cedista.
Varios magistrados de la Audiencia de Almería.
Los sacerdotes y personas de orden de los pueblos vecinos de Garrucha, Cuevas, Vera, Serón, Puchena, OVera, Huercal ...
Primero los acribillaban a tiros, luego los arrojaban al pozo seco ... incluso aún moribundos eran arrojados pese a los alaridos de dolor y espanto ...
Pero el martirio más terrible tal vez fuera el del joven Octavio Martínez Iniesta. No era persona sospechosa. Pero había cometido un terrible delito, ser el instructor de la Escuela Nacional de Tiro de Almería antes del Alzamiento, esa simple circunstancia selló su destino, por ello le encerraron en las bodegas del buque-prisión Astoy-Mendi, y un mal día fue arrancado violentamente de ella para ser arrojado, vivo, al pozo.
Octavio Martínez era un hombre joven y fornido, un atleta, se resistió a ser arrojado, consiguió romper sus ligaduras y defenderse hasta que le dieron un tiro que le hirió levemente, sin más preámbulo lo arrojaron a la sima.
Pese a todo consiguió abrir los brazos y piernas para no caer al vacío, pudo deslizarse sosteniéndose ante el vacío y lentamente alcanzar una de las cuevas del pozo, donde se refugió, pidió socorro, se desengraba, rogó clemencia durante horas pero lo único que percibió eran más cuerpos cayendo por el pozo abajo, de amigos, de conocidos, algunos vivos aún.
Los rojos hartos de oírle dijeron que se apiadaban de él, ponte en el centro del pozo que te tiramos una cuerda ... cuando estaba en el sitio le lanzaron una piedra de unos 500 kg. que lo machacó contra el fondo.
Otro caso horrible fue el de los hermanos Ortega, su único delito: ser administradores de un convento (de las monjas de la Compañía de María, en la Rambla del Obispo Orberá).
Los fueron a buscar, los sacaron de su casa y al pasar por el pueblo de Huercanal obligaron a todas las vecinas a que les apuñalaran, levemente, para alargar la agonía y llegaran vivos al pozo. Una de las vecinas obligada a clavar su cuchillo de cocina en las carnes inocentes murió de un ataque cardíaco por la emoción y tensión del momento.
Cada hermano percibió más de 200 puñaladas, no llegaron vivos al pozo al que igualmente fueron arrojados.
Tal fue la magnitud de la matanza que pese a la hondura del pozo y distar unos 10 km de la carretera, al transitar por esta se percibía el hedor que despedían los cuerpos en putrefacción.
Para poner fin a este problema ("sanitario") el Inspector Provincial de Sanidad, acompañado de un gran lujo de Secretarios y ayudantes, tras una visita ocular ordenó arrojar al pozo, hasta cegarlo, unas cuantas toneladas de cal viva. No hicieron falta muchas, sobraron casi todas, tan repleto de cuerpos estaba el pozo.
El pozo de Fábregas ocupará un alto y macabro lugar en la interminable lista de crímenes salvajes de los marxistas, sin precedentes en la historia del mundo.
Noches de luna en Málaga, ¡ay esas noches con luna! noches cálidas, cargadas de nostalgias y salpicadas de recuerdos.
Juventud lejana de García Sanchíz.
Noche de luna en Málaga, agosto 1936 ¿Qué ha ocurrido en la Caleta? ¿Dónde están las tejas rojas tipo inglés? ¿dónde están los jardines y sus flores? ¿dónde están las casitas? ... Todo es un montón, vago, confuso, de ruinas.
Hay una calle en Málaga a la que muy pronto la facilidad gráfica de los andaluces denominó calle de la Amargura, es estrecha, de los barrios bajos. Conduce al cementerio. Y todas las mañanas, de madrugada, cuando la luna se va, entristecida, grandes camiones, repletos de víctimas ilustres, caminan hacia la muerte.
Yo he visto la tapia del cementerio, yo he visto la tapia orlada trágicamente por los disparos asesinos de los rojos ebrios de odio.
Noche de luna en Málaga, detrás de la tapia siniestra una gran zanja, honda, profunda, en la que perfectamente alineados cientos, miles, de personas de orden encuentran sepultura.
Nada de particular, es tan frecuente la macabra escena en los lugares dominados por los rojos. Pero es que la luna, la luna llena de Málaga tenía que presenciar cosas peores.
Millán, al que apellidan el monstruo. Millán, el dictador grotesco de Málaga la bella, con su uniforme de militar, robado Dios sabe a qué caballero, arrancadas de él las estrellas y distintivos, es el que se encarga de escoger A CAPRICHO, AL AZAR, LAS VÍCTIMAS DIARIAS que han de llenar la enorme fosa del cementerio y entonces ... sobre la masa de cuerpos hacinados, una mujer, una vieja, danza macabramente, una noche y otra. No se sabe de qué está ebria, sólo se sabe que la luna llena baña su figura mientras en sus manos pulsa las castañuelas, los palillos andaluces ...
Una masa, una gran masa de mujerzuelas, de milicianos, y ¡horror! de niños, acuden al lugar del espantoso espectáculo todas las noches para presenciar esa horrible danza. Un mes, y otro, y otro.
Y los niños, pequeños monstruos en acción, irresponsablemente en esa burla sacrílega, cantan y pisan y juegan sobre los cadáveres.
Han pasado unos meses y las tropas liberadoras del Caudillo, al mando del general Queipo de Llano han entrado en Málaga y las danzas del cementerio han tenido su castigo. Castigo a secas. Justicia pura. Ni más ni menos. Doloroso, terrible, pero trágicamente necesario.
Y Millán, el monstruo, ha caído en manos de las tropas liberadoras. Málaga entera le delata. No tiene escape. ¿Cómo reaccionará? ¿Qué siente? ¿Qué dice?
Federico García Sanchiz ha coincidido conmigo en la ciudad liberda, y ha visitado la cárcel. Me cuenta que Millán tiene suficiente talento para saber cuánto ha cambiado su suerte en el momento de ser detenido. ¡Qué inéditos y diversos son siempre los caminos que nos traza Dios!
Millán, aquel monstruo, ahora edifica a todos con su bondad.
Ha caído junto a García Sanchiz y le ha besado la mano:
¡Señor, no pido clemencia para mí. Sé que no la merezco. Pero ruego que hagáis que mi mujer, que mis hijos, crean en la Iglesia Católica, la única, la buena, que crean en Dios y la Santa Virgen, en los Santos, para que nunca se encuentren como yo me encuentro ...!
Hay mucha sinceridad en las palabras últimas de este extraño hombre. Y cuando, en aquel cementerio al que envió tantas víctimas, ha de correr ahora su misma suerte,
Millán, que ya no es el monstruo, tiene un gesto magnífico:
"¡desatadme las manos ... para que, el brazo en alto, pueda morir gritando ¡Arriba España!",
y así cae Millán, el asesino.
Noche de luna en Málaga, ¿quién te haya vivido en agosto de 1936, o en enero de 1937, podrá ya gozarte nunca en calma?
D. Luis Fernández Espinar era el Jefe de la Cárcel de Almería en el trágico verano del 36. Natural de Gegal, pintoresco pueblecito andaluz, era de antecedentes limpios, linaje limpio, de familia digna.
Tenía estatura media, ojos azules e iba afeitado, en sus momentos de lucidez no dejaba entrever absolutamente nada de individuo degenerado, perdido o alcoholizado. Y sin embargo era eso, y mucho más. De muy joven se dio a la bebida. Sus continuas orgías eran bien conocidas hasta que un expediente finalmente le expulsó del Cuerpo de Prisiones.
Tras ganar las elecciones el Frente Popular, se le repuso en su antiguo puesto, el cual le sorprendió el Alzamiento Nacional. Inmediatamente, y sin duda para reparar la tremenda injusticia de haberlo tenido un tiempo separado de su destino, por su indigna conducta, fue elevado a la categoría de Director de la Cárcel.
Luis sabía perfectamente que el honor de su ascenso se debía, única y exclusivamente, al hecho de su habitual ebriedad. Era justo hacerse digno de tal nombramiento y se entregó, aún más si cabe, al alcohol.
Así, cada noche, tras la cena se dispensaba una botella entera de coñac, y su desgraciada mujer suspiraba, llena de lágrimas ¿a quién le tocará esta noche? En efecto, llegaba a la cárcel (sita en el Colegio en Construcción de los Hermanos de la Doctrina Cristiana) ya borracho, y pistola en mano ejecutaba, personalmente, a tres o cuatro. Así una noche, y otra, y otra ... Entre las risas y el entusiasmo y aplauso de otra canalla, tan ebria como él.
Los crímenes ejecutados por ese degenerado causaron pavor, sacerdotes, magistrados, títulos, intelectuales, obreros, campesinos, todos cayeron para siempre perforados por las balas de su pistolón.
Asesinó a D. Manuel Fernández de Córdoba, marqués de Torre Alta. Fríamente también asesinó a uno de los caballeros más dignos de Almería, el Sr. Percebar junto a sus dos hijos por el terrible delito de negarse a ser ultrajados y escarnecidos.
Pero Dios que castiga sin necesidad de piedra ni palo, y de cuya misericordia los hombres no sabemos nada, tiene reservados insospechados caminos y a veces también castiga en la tierra acaso para perdonar, por sus secretos designios, en el Cielo. Lo cierto es que de pronto D. Luis Fernández Espinar se sintió tocado por el aguijón terrible del cáncer.
Empezó a desarrollársele un terrible cáncer con una velocidad inusitada. Tan rápido y tan terrible que sólo duró un mes y medio.
Que tormento, pues no había morfina disponible, ni alguna otra medicina que le aliviara del suplicio. Se revolcaba por el suelo, debajo de la cama, llena de espuma la boca, poseído del terror con que le azuzaba el remordimiento.
De pronto decía:
"yo no he sido, me obligaron. Yo no he matado a nadie ¡yo quería a todos!".
Cada día se le acercaba la muerte para burlarle otro día más e irse, lenta, sin prisa, teniendo segura su presa.
El infeliz, retorciéndose por el suelo gritaba "¡quiero confesar! ¡soy católico! ¡que me traigan un sacerdote!" y su mujer tuvo que darle la triste contestación ¿cómo va a venir ninguno si los has matado a todos?
Ni Voltaire, revolcándose en sus inmundicias y pidiendo, por misericordia y ante la risa de sus compinches un cura, tuvo una agonía más espantosa.
Y murió, sin confensión, debajo de la cama, devorado por el cáncer, retorcido de dolores, en agonía dantesca, iinterminable, enfrentado a sus remordimienos ...
A su frío y laico entierro no acudieron más de cuatro familiares cercanos.
Ocurrió en los primeros días revolucionarios, en Almería, como en tantas capitales y pueblos, tirunfó primeramente, sin derramamiento de sangre, con orden el Alzamiento. Pero ... como en otras capitales y pueblos, la cobardía, la traición, la desidia, la inconsciencia, la ignorancia de unos pocos sellaron la catástrofe.
La ola roja inundó Almería, y con la capital los pueblos de la provincia.
No fue una conquista, fue una ocupación, mejor dicho un desbordamiento de las masas incontroladas que arrasaron los pueblos humildes, sencillos, austeros, ignorados y pacíficos, que ni sabían donde estaban ni donde se metían.
Una de esas columnas de facinerosos, de fugados de presidio y candidatos perpetuos a él, empezó a recorrer los pueblos y ejecutar, fielmente, las instrucciones concretas, simples, claras: quema de iglesias, matanza de curas y religiosos, asesinato de personas significadas y de orden.
Al frente de la partida iba un hombre, cuadrado, fornido, con cara y hechos de bestia. Era "el responsable". Con ese apodo se sustituía al nombre del Jefe de los bandoleros, que era el más exacto.
"El responsable" notaba, con gran sorpresa, que uno de sus mejores elementos, uno de sus más fieles servidores, un miliciano conocido por "el de Berja", desaparecía a la entrada de cada pueblo. Era un misterio ¿qué hacía en esos momentos? miedo no, no había lucha en pueblos pacíficos por naturaleza, y sin medios ni preparación guerrera, ni elementos alguno que organizara una defensa ¿qué hacía ese hombre? misterio.
Fue al entrar en el pueblecito de Ujijar, donde, para desgracia suya, se enteró "el responsable" de lo que hacía "el de Berja", su hombre de confianza.
Lo que hacía era escabullirse para introducirse, de forma aislada y secreta, en las casas más acomodadas y pistola en mano violar y profanar a las doncellas. Esas eran sus hazañas. Pero "el responsable" se enteró porque la casualidad quiso que "el de Berja" violase a la novia de "el responsable", con la que éste pensaba contraer matrimonio por la Iglesia, naturalmente, si no hubieran estallado la Revolución y el Alzamiento.
"El responsable" se encolerizó aún más de lo normal, y se dispuso a aplicar "justicia". Fue inútil que "el de Berja" arguyese que si el amor libre, que si en la URSS, que la vida moderna, ... ¡Estamos en España! ¡Laicos, pero en España gracias a Dios! "el responsable" apresuró a casarse con su novia por lo civil, ofició un pastor a regañadientes y contra su voluntad, no quería meterse en quehaceres de cura no sea que lo confundieran con uno.
"El de Berja" tuvo que presenciar la ceremonia, después "el responsable" sacó su pistola, que ofreció a la novia como regalo de boda. Es nueva, último modelo y no hace casi ruido, apropiada para tí.
Ella tomó a pistola, apoyó el cañón en la sien del de Berja y disparó.
Aunque parezca una historieta es rigurosamente cierta, y aunque algunos puedan encontrarla ejemplar y hasta justo.
Pero el hecho hubiera sido más ejemplar y justo si en Ujijar, a aquella misma hora, y en aquel mismo momento, no estuvieran escondidas bajo las bancales de panizo, con agua hasta el cuello, temblando, encogidas, aterradas, todas las muchachas del pueblo, para escapar de los camaradas del de Berja, tan brutales y lascivos como éste y para los cuales, la justicia ejemplar no cursaba pues no eran tan brutos como para dedicarse a la novia de "el responsable"
Las chicas hubieron de estar a remojo unos siete días, una semanita, al cabo de la cual la horda roja se desplazó a pueblos vecinos.
¿Quién no conocía en Lora del Río a D. Gonzalo Serrano? era el notario del pueblo. Un hombre entrado en años, acabando la cincuentena. Bajo, algo grueso, canoso, moreno, sencillo, afable.
Se distinguía por su caridad y bondad, por su desprendimiento generoso. Aunque aún no se intuía cometió el terrible error de ser el fundador de las Cocinas Económicas de Lora del Río.
Su espíritu organizador y su esfuerzo hicieron que fueran un éxito y se extendieran dichas cocinas a otros pueblos, extendiéndose por toda Andalucía su tesón y organización.
Pero a Lora del Río llegó, fuerte, trágica, babeante de odio la ola marxista. Se desbordaron las masas manipuladas por los mandos criminales de la canalla soviética. Y aquel pueblecito risueño y apacible se vio turbado por el rencor y el odio.
¿Quién era el personaje más representativo, el más querido del pueblo? ¿Quién debía ser la primera víctima del odio?
D. Gonzalo fue brutalmente detenido, especialmente por ser un católico, sincero y convencido. Sereno, preguntó ¿qué vais a hacer? ¿de qué se me acusa? ¿por qué se me maltrata?
La chusma no tenía respuesta a esas preguntas hasta que uno de la multitud exclamó despechado:
"te mataremos por haber fundado las cocinas económicas".
D. Gonzalo pese a la tribulación y el temor quedó sorprendido de tal respuesta ¿se me persigue por dar de comer al hambriento? ¿por ocuparme de los pobres?
Sí, por eso ... porque eres un canalla, que aprovechándote de las cocinas económicas y dabas de comer a los camaradas hacías política ...
En prisión le sometieron a todo tipo de vejaciones, torturas y martirios.
Pero no era suficiente, al final lo sacaron a la plaza pública atado donde le hicieron presenciar la ejecución de su hijo de 23 años recién licenciado en derecho y que como su padre jamás le había interesado la política.
D. Gonzalo podrá levantar un acta solemne, terrible y acusatoria del crimen que presenció con gran dolor de su corazón.
Tras el asesinato lo retuvieron cuatro días más prisionero llorando en silencio la enorme pérdida. Luego tras implorar mucho Dios le concedió la gracia que insistentemente le pedía: la gracia del martirio que acabaría junto a una tapia, como si fuera un vulgar criminal o malhechor.
Consumada la felonía, como algún rojo recordó las virtudes del ejecutado, y especialmente su caridad hacia los demás, el cabecilla de la partida babeó, una vez más:
"¡pues por eso mismo! con la excusa de dar de comer predicaba la fe de Cristo".
Almeria, un café céntrico. Un miliciano que regresa del frente. Charla, Corro de curiosos. el miliciano es bajo, algo grueso. Ojos negros. Chato. Bien afeitado. Antes del Alzamiento era tenido por buena persona.
Hay motivos para creer que no ha asesinado a nadie, ni tiene a simple vista instintos de hiena en celo. Tampoco tiene ideas propias. Tal vez, ni ajenas. Jamás se significó en política. Se apellida Capel.
Ha regresado del frente y un corrillo le pide que cuente como "requisó" el magnífico reloj de pulsera que ostenta en su brazo. Es una historia pintoresca que Capel narra con el ceceo y gracia andaluza.
Capel formaba parte de la columna que ocupó (julio '36) e pueblecito de Cadiar, en el límite con Granada. No hubo resistencia. Bueno haber si hubo resistencia, quizás el pueblo en el que ésta fue mayor.
En una casa, tras la esquina se resistía un viejo, sólo él. Tenía una simple escopeta de caza de perdigones. Pero pronto se le agotó la munición. En ese momento le rodeaban unos cuantos cientos de hombres armados y Capel dirigiéndose al viejo le dijo:
- has sido bravo y eres viejo. La República no se mancha fusilando. Si no encontramos armas en tu casa eres libre ...
Hicieron un registro, en la casa encontraron una pistola de la guerra carlista, tenía mucho polvo y un mondadientes en el cañón. Eso era intolerable, la República podía, magnánima, perdonar a un héroe, pero no podía consentir tal arsenal.
Y el propio Capel rectificó la orden.
"Hay que matar al viejo, lo mejor será que se le mate en su finca para que su cuerpo abone sus propias tierras ..."
Y así fue, se lo llevaron a su finca. Vides madurando sus racimos, olivares, con ese gris, con ese verde oscuro, y ...
Capel narra como asesta al viejo, por la espalda, dos puñaladas al viejo que cayó de rodillas.
Capel narra que tuvo la buena idea de encender una hoguera pues los cuerpos calcinados abonan mejor la tierra y se evita la peste. Además el viejo no quería morirse, con dos puñaladas y no moría, hubo que quemarlo para acabar el "trabajo".
Luego fueron a celebrar su gran victoria a las bodegas para beber mientras el viejo agonizaba en las llamas ...
Y Capel finaliza, enseñando en lo lato el reloj, fue un regalo del viejo, palabra que fue un regalo, y se ríe.
Hace mucho tiempo D. Alonso de Aguilar, vencedor de los moros y amigo de los reyes fundó Puente Genil por un capricho.
Cuando D. Fernando y Dª Isabel, o viceversa, regresaban, victoriosos de Granada, D. Alonso quiso fundar un pueblo cerca del hogar de sus mayores. Y los reyes se lo concedieron a condición de que la nueva ciudad poseyera más de 1.000 almas.
Allá fueron los vecinos de pueblos cercanos, especialmente de Castillo Anzur. Allá se establecieron, junto al puente que los árabes destrozaron en la reconquista de Córdoba y reconstruido por el antepasado de D. Alonso.
En Puente Genil 17 vecinos fueron obligados a permanecer durante horas y horas con los brazos en alto. Cuando desfallecidos caían desmayados o vacilaban sus pies, las hordas rojas les asesinaban a hachazos y tiros o a palos.
Así cayeron los primero 17 mártires.
Pero eso no era nada, cuando en vísperas de agosto las tropas liberadoras se acercaban, de los 40 detenidos que había en la cárcel, seleccionados, cayeron unos cuantos fusilados en el interior de la mazmorra en que estaban apilados: Jesús Cisneros, Angel Morales, Julio Aguilar y su hijo también Julio, Francisco Estrada, y cinco guardas jurados de Lucena.
En aquella misma hora, Manuel Gómez Perales, hombre de bien que presionado por los facinerosos les había entregado un capital de cien mil pesetas como rescate por su libertad, tuvo que presenciar, espantado, como mataban de él a sus cuatro hijos, luego le tocó el turno a él mismo.
Qué agradables y simpáticos eran aquellos ancianos de más de 70 años, el matrimonio de Francisco Ortega Montilla y su mujer, acababan de celebrar el cumpleaños, acabaron la fiesta atados a un árbol, rociados de bencina y abrasados.
Puente Genil ya era un cementerio viviente, antes de consumar los crímenes las víctimas eran sacadas de las cárceles y tras simulacros que no tardaban en realizarse eran martirizadas a palos, patadas y bofetadas, insultados, y oyendo todo tipo de blasfemias.
Un hombre sencillo Antonio Baena Castellano, dueño de una huerta (Huerta Porto Alegre) fue asesinado a hachazos por dos hermanos marxistas apellidados Herrerías, que destrozaron su cadáver cuyos trozos encerraron en un baúl.
Otro crimen horrible de un obrero sencillo y trabajador ¿Por qué lo odiaban tanto? ¿qué delito había cometido? primero le hicieron una descarga que le inutilizó, luego lo ataron el extremo de una cuerda en una pierna y el otro cabo en la parte trasera de un camión para arrastrarlo, lentamente por todo el pueblo, entre aplausos y vítores de la muchedumbre, borracha de crímenes, vino y odio. Luego quemaron sus restos.
También el guardia civil, el sargento, comandante del puesto señor Ocaña, digno de benemérito Instituto, asesinado a hachazos y abierto en canal para regocijo de las masas.
Y aquel guardia civil, casi niño, el cornetilla del puesto: Manuel Martín López, que luego de ser degollado públicamente fue su cabeza separada del tronco y clavada en el sable del sargento paseada triunfantemente.
Los datos oficiales de Puente Genil arrojan 154 víctimas sacrificadas.
Extraoficialmente la cifra se incrementa bastante.
- 7 Iglesias totalmente destruídas: la parroquia de Mirangenil, la Iglesia de Jesús, la Iglesia de Veracruz, y la capilla de la estación, entre otras.
- 28 edificios particulares calcinados tras el saqueo.
- Destruído el Asilo de Ancianos y la casa cuartel de la Guardia Civil.
Pero nada tan trágico, nada tan sacrílego, nada tan espeluznante como el final de la orgía de sangre y de espanto. Mientras morían los vecinos del pueblo, mientras las Iglesias ardían, mientras se saqueaban los domicilios, ante un público soez y ebrio de vino y odio, vestido con ropas sacerdotales y los ornamentos sagrados robados, ante ese público de diablos, se celebraba en plena vía pública un sacrílego partido de fútbol, dos equipos sacrílegos se disputaban el balón (la cabeza de la imagen de la Purísima Concepción, patrona del pueblo, degollada en presencia de todos).
Pobre Puente Genil que en un momento las turbas henchidas de rencor y odio mataron a tus mejores hombres, sin distinción de clases sociales, ni de colores políticos, ni oficios, quemaron tus iglesias y casas, y cometieron el horrible sacrilegio.
Y desgraciadamente etc. etc. etc.
Lo siento pero ya no tengo estómago para seguir.
Zutano.
Lo ocurrido en Málaga, no hubiera dejado de ser una anécdota más, prueba de la ineficacia gubernamental en sus actuaciones para combatir a los nacionales, de no ser porque toda esa avalancha de errores, algunos de los cuales dan que pensar, acabaron cayendo sobre las espaldas y la vida de un pueblo huído y bombardeado, que al final resultó ser el blanco de aquellas irresponsabilidades puestas de manifiesto durante toda la campaña malagueña.
Desde agosto del 36 hasta octubre de ese mismo año, las tropas nacionales van conquistando grandes poblaciones del norte de la provincia, cercándola. Ese mes toman las localidades más occidentales de la provincia: Manilva y Casares. El desgaste de las tropas republicanas comenzaba a hacerse patente. El propio Jefe del Ejército del Sur republicano General Martínez Monje Restoy comenta a Valencia:
“si contara con algunos medios que le sobran a los frentes de Madrid y los de Teruel, otra cosa ocurriría…”
El día 10 de octubre del 36 se reestructura el Ejército Regular, en un intento de poner orden en las desorganizadas fuerzas milicianas que hasta entonces llevaban la iniciativa en los diferentes frentes. No obstante en Málaga no serviría de nada. Los intereses de las diferentes facciones del Frente Popular, se anteponían a la necesidad de protección de la población civil, de forma que se dió una sucesión de relevos en los mandos que influyó decisivamente en la caída de Málaga.
La sucesión de mandos por ineptitudes, abandonos, huídas, etc. Estuvieron a la orden del día durante toda la ofensiva, mientras los nacionalistas aprovechaban la coyuntura para animar a sus soldados, instruídos todos en un único objetivo…
Un caso de irresponsabilidad ocurrido al principio, no podemos dejarlo pasar. El Coronel José Asensio Torrado, que sería al final de la ofensiva asesor de guerra del ministerio, llega el 30 de julio a Málaga con la misión de ocupar Granada, en poder de los nacionales desde el Alzamiento, para lo cual el 1 de Agosto arriba el vapor Lanford a la ciudad con personal y aviones. Sin embargo ante la ingobernabilidad de la capital y provincia, el 6 de agosto abandona la Comandancia Militar. Se da la paradoja de que ese mismo día comenzaron los combates en Guadiaro entre los límites de las provincias de Málaga y Cádiz y que acabaron con la toma de Manilva y Casares, situándose el frente a escasamente 10 km al oeste de Estepona, entre Arroyo Vaquero y Sierra Crestellina, Casares.
Otras paradojas e ineptitudes. A pesar de que el frente de Estepona o Sierra Crestellina, quedó estabilizado desde el 8 de octubre del 36 con la toma de Casares por los nacionales, los republicanos no ven el peligro inminente que se abatía sobre dicho subsector del Frente de Málaga (provincia); hasta el 11 de enero del 37, cuatro meses después. Es entonces cuando el coronel Hernández Arteaga proclama el estado de Guerra en toda la provincia, tras una visita al subsector, donde comprueba que los sublevados están muy cerca de Estepona. Sin embargo los nacionales ya llevaban ahí, como dijimos anteriormente, desde el día 8 de octubre, o sea cuatro meses antes. Éste también sería cesado por su ineptitud.
Durante esos cuatro meses cundió el desánimo. Las tropas estaban desmoralizadas, los combatientes se retiraban sin esperar siquiera el ataque incluso los mandos. Y lo peor es que esto ocurría por las luchas internas e intereses de los partidos y sindicatos que componían el Frente Popular.
Los frentes malagueños y especialmente el de Estepona, estuvieron literalmente olvidados por la República durante los 7 meses de asedio de la provincia por parte de los nacionalistas y sus aliados. De hecho cuando decidieron éstos llevar a cabo la ofensiva, De hecho cuando decidieron éstos comenzar la ofensiva, rompiendo el frente de Estepona el día 14 de enero, sólo tardaron dos semanas en encontrarse a las puertas de la capital malagueña y lo que es peor, tardaron menos se gastaron menos municiones en conquistar Málaga que por ejemplo en la toma de Estepona.
Otro ejemplo lo supuso el caso del Teniente Coronel de aviación Luis Romero Basart, llega a Málaga el 23 de Septiembre permanece en Málaga unos 50 días. A mediados de noviembre decide marcharse porque este jefe no congenia con el Comisario de Guerra comunista porque,
“Romero Basart fue apoyado por los anarcosindicalistas, y al decir del diputado comunista Cayetano Bolívar -enemigo de aquellos- hizo un feudo de “su territorio”, donde estableció una especie de dictadura de partido.”
De nuevo comprobamos cómo los diferentes grupos frente populistas anteponían intereses políticos, pensando cada uno en su propia tajada y en su propia revolución, antes que ceder al bien común que era o debería haber sido ganar la guerra. Tiempo hubiera habido después de discutir cuestiones políticas.
Otro dato llama la atención: ante la precaria situación de los frentes malagueños, Martínez Monje (Jefe del Ejército del Sur republicano) solicita el 3 de enero, que el Coronel Villalba, inspeccione los subsectores de Alfarnate, Estepona, Álora y Villanueva de Cauche que mandan el T. Col Simón Calcaño, Comte. González, T. Col Piaya y Capitán Pragueais respectivamente. Pero se opone Martínez Cabrera, asesor de guerra, del Presidente del Gobierno Largo Caballero.
Tres días después, el séis de Enero de 1937, día de la Epifanía, el pueblo de Estepona sería bombardeado por un Junker alemán en respuesta de Queipo de Llano (Jefe del Ejército del Sur) a las soflamas contra su familia por parte del Frente Popular malagueño. Éstos llegaron a exhibir un bebé desmembrado anunciando que era un nieto del general que tenía 16 meses de edad. Según el relato manuscrito de un esteponero, el día 1 de ese mes de enero Queipo de llano
“anunció a los esteponeros… les enviaría el presente para Reyes el día de la Epifanía”.
La negativa de Cabrera, no hizo más que alargar la lenta agonía de la provincia malagueña. Mientras el pueblo padecía, no sólo los rigores de la guerra, sino también la incompetencia de los mandos militares, que supuestamente les tenían que defender.
No sería hasta el día 15 de enero, un día después de ser tomada Estepona cuando Monje llega a Málaga, por orden de Martínez Cabrera, sobre las 10 de la mañana de ese día.
Recorre los frentes con Hernándaez Arteaga y los asesores soviéticos. Su visita será clarificadora. Cabrera le felicita y dice:
“el Sector de Málaga es indispensable para la vida de la República… y que procuraremos que la Aviación auxilie preferentemente ese Sector y quizás Marina pueda cooperar también…y un par de batallones nuevos”.
Pero ante la desmoralización casi general, Martínez Monje destituye por inepto al Coronel Hernández Arteaga e informa a Valencia de que:
“… para contener la desmoralización de las tropas, es preciso tener una barrera dispuesta para contener por las armas a los que huyen abandonando su puesto; actuando enérgicamente y con unidades dispuestas al fin indicado, pues tal medida es indispensable en estos momentos, ya que de otra manera la desmoralización se propaga y el Sector corre gravísimo peligro”.
Siete meses habían tenido para darse cuenta, cuando lo hicieron ya era demasiado tarde.
El propio Martínez Monje escribiria:
” A mi llegada a Marbella aprecié presencia en aguas de San Pedro Alcántara de nueve barcos enemigos … que hacían fuego sobre dicho pueblo y nuestras tropas en franca retirada lo habían abandonado y retrocedido a Marbella….Esta retirada obedece a mismos motivos que ayer, pues a la acción de dichos buques se une el vuelo continuo de tres aviones enemigos, efectos sobrados para que tropas como estas, sin ninguna moral y sin mandos, abandonen sus posiciones sin aguardar al asalto de la infantería enemiga…..Sobre el terreno indiqué a Coronel Hernández Arteaga nombrase jefe de todas aquellas fuerzas que recayó sobre Teniente Coronel Infantería Mejide Gurrea…. Se han reunido allí mil hombres que con cinco piezas de artillería considero pudieran hacer frente situación se presente mañana…aunque el complemento de todo tipo ha de ser la acción de nuestra Aviación…”.
Mejide Gurrea estuvo sólo un día en su puesto.
Continúa Monje:
“Este Sector, en las horas que llevo, presenta una ausencia total de mando y de energía en quien lo ejerce, por lo que considero urgentísimo el relevo de Coronel Hernández Arteaga, proponiendo para sustituirle a Villaba, Arana y Verdú por el orden que indico. La falta de moral se advierte hasta en los mandos subordinados, pero creo se corregirá con un Jefe Sector adecuado con carácter y energía que obligue al cumplimiento del deber… Esta acción no puede tener eficacia ninguna ni levantar la moral de la tropa…no veo otra solución que el poner a mi disposición en el campo de Málaga una escuadrilla de diez aparatos (caza y bombardeo…por el tiempo estrictamente indispensables….”.
Sin embargo esto también se le negaría a los frentes de Málaga sobre todo al subsector de Estepona. Pues calló en saco roto.
Se puede deducir que aún los republicanos no eran conscientes por esa fecha de que las operaciones nacionales para atacar la capital habían dado comienzo.
Sin embargo dichos mandos republicanos, tuvieron que ser testigos ese día 15 de enero del éxodo de cientos de esteponeros que habían iniciado en la madrugada del día 14, la huída de Estepona a través de la que hoy se conoce como la Nal. 340 en dirección a Marbella. Donde, efectivamente, el día 16 como preveía Monje, se libró batalla con gran resistencia republicana, con tropas replegadas del frente ya roto de Estepona y con el millar de refuerzo mencionado por Martínez Monje. Pero lo más importante, que era la aviación, no llegó y Marbella sería copada en varias horas por los nacionales al igual que Estepona; donde dos días antes se libró una batalla, con falta de medios republicanos, que se prolongó durante siete horas y media.
Hasta el inicio de la ofensiva sobre Málaga la escasa respuesta de los republicanos a los ataques nacionales se habían limitado a alguna incursión aérea sobre Manilva y otros subsectores del norte de la provincia. Pero no llevó a cabo ninguna acción terrestre de importancia.
La escasez de medios o interés republicanos se pone también de manifiesto en las telecomunicaciones. Según el citado relato, de un esteponero que huyó, un camión republicano tuvo que ser advertido de la toma de Estepona a la altura de la zona que se conoce como La Resinera; cuando se disponía a transportar víveres a la población. Pues desconocía que el pueblo había quedado en poder de los nacionales.
Un suceso mucho más grave motivado por la falta de telecomunicaciones entre las columnas republicanas ocurrió el 15 de septiembre del 36 cuando el Comandante Sánchez Paredes que permaneció unos 40 días al mando de un subsector del norte de la provincia. Demostró su ineptitud tal día de septiembre en la ocupación de Peñarrubia por los nacionales y creyendo que éstos habían tomado también Ardales, defendido por fuerzas republicanas,
“confundiendo esta tropa con las nacionalistas, dio orden Sánchez Paredes de que la aviación bombardease Ardales, resultando que ellos mismos bombardearon a sus milicianos. Esta equivocación motivó la destitución fulminante o la huida -ignórase lo que fue- del citado”.
El 17 de Enero de 1937, José Villalba Rubio, se hace cargo del Frente de Málaga cuando ya Marbella, a raíz de la batalla del día anterior, había quedado en poder de los sublevados. En dicha batalla un total de 100 carabineros huyen al lado enemigo.
La desesperación de los combatientes republicanos quedó de manifiesto cuando tuvieron que organizarse patrullas de Guardias de Asalto y carabineros para capturar a los huídos por la carretera y recoger los correajes y armamento. Tuvieron que emplear la fuerza para evitar las “desbandadas” de los combatientes leales.
Martínez Monje informaría lo suguiente:
” Los fenómenos… que se vienen produciendo en esta campaña, obedecen a falta de mandos e instrucción dando lugar a falta de solidez en las tropas… el enemigo dispone de superioridad de elementos; aviación, cooperación de su Escuadra y careciendo los nuestros de ellos, hacen que se produzca la desmoralización que fomentan y explotan agentes provocadores".
“…ya se han producido manifestaciones populares de ambos sexos que están dispuestos a hacer justicia popular con los que huyen… y como son conocidos a ti y a mi estos extremos, no es necesario insistir sobre el particular".
Nuestras fuerzas de mar y aire siguen brillando por su ausencia, sigue el desamparo total… Esto no puede continuar un momento más de esta manera; buenas son las medidas de energía para restablecer la moral perdida, pero esta pérdida se funda en la falta de elementos… sin nuestra aviación y escuadra en este frente nada habremos conseguido…creo que aquí está ya conjurado de momento el peligro de la huída…estamos trabajando sin descanso auxiliado de los amigos Colman y Kremen en las orientaciones marcadas por ese Estado Mayor.Como resumen te indico:
1º-Urgente envío de fortificación para organizar posición de resistencia.
2º-Se necesitan 50 ametralladoras, el mismo número de fusiles ametralladores, 20 morteros de 81 mm y 50 de 50 mm con repuestos y municiones.
3º-Necesidad absoluta escuadrilla aviación a mi disposición.
4º-Si este Ejército contara cooperación aviación y los elementos que tiene Madrid y Teruel, nos daríamos por satisfechos, pero te consta que no es así”.
Málaga estaba siendo objeto de una indiferencia que se convertiría en traición para sus habitantes, que en su gran mayoría, habían votado a los partidos de izquierdas. Los sublevados aprovecharían tal circunstancia en su propio beneficio.
Mientras los sublevados ganaban terreno en la provincia, los habitantes de los pueblos tomados iniciaban un éxodo hacia la capital que fue incrementando su población paulatinamente.
Resulta irritante conocer que sólo un tercio aproximadamente de las tropas republicanas eran soldados regulares, por lo que la mayoría de los combatientes eran milicianos con escasa o nula formación militar. Y peor aún es saber que tal circunstancia era así intencionadamente; pues el Gobierno no se fiaba del dar todo el mando al Ejército por temor a que también se sublevaran contra ellos.
En estas condiciones a los sublevados les resultó relativamente fácil llegar hasta Málaga.
El día 4 de febrero Queipo de Llano comunica al Coronel Borbón que va retrasado con respecto a los planes establecidos y que no se podía consentir que fuesen los italianos los que primero pisasen la ciudad de Málaga, Por lo que le insta a no tener más retrasos al no haber motivo para ello.
El coronel Borbón tenía el Alto Mando establecido en el temido y moderno buque “Canarias”.
De lo dicho anteriormente podemos sacar una conclusión que hasta ahora había pasado desapercibida. Entre la población civil que huía, también lo hacían cientos de milicianos que abandonaban o simplemente huían del fuego antes de que se iniciara. Estos milicianos, al carecer de uniformes, mezclados entre la población civil en éxodo, era difícil reconocerlos. Por lo que, aún teniendo constancia de que en el éxodo que se produjo desde Estepona, en algunos casos la Legión Cóndor y los buques Almirante Cervera y Canarias centraron sus ataques en personas indefensas, mujeres mayores y niños que huían, tal vez no sea menos cierto que, en muchos casos, también fuesen víctimas de la persecución de dichos milicianos que huían del campo de batalla, por parte del enemigo. Porque de hecho como informaba Martínez Monje, esas “desbandadas” entre las filas gobernamentales se producían, y también es cierto que dichos éxodos casi siempre coincidían con el inicio de la batalla.
Pero el nombramiento del comandante José Villalba Rubio nos depararía otra paradoja. Su hermano, el capitán Álvaro Villalba Rubio, había sido uno de los principales artífices de la abortada sublevación en Ronda.
La actucación de Villalba, a pesar de la imposibilidad manifiesta de corregir la inercia de los acontecimientos del sector de Málaga con la descomposición de sus frentes, dejó mucho que desear. El día 5 de febrero, cuando aún las tropas nacionalistas no habían llegado a Torremolinos, decide huir de Málaga ante la imposibilidad de corregir el rumbo de la guerra en la provincia. Huye a Nerja al tiempo de que deja desamparados a los grupos de milicianos que combatían en los diferentes subsectores.
La entrada de los sublevados en Málaga se produjo en la madrugada del 7 al 8 de febrero de 1937. Tenemos constancia de una desesperada llamada de un capitán de milicias de Cártama, capitán Malueza, ese mismo día 7 por la tarde, al Jefe de la Base Naval de Málaga, Tte. CoronelBaudillo San Martín.
En dicha comunicación Malueza pregunta por qué no le han puesto con el Alto Mando, a lo que Baudillo responde desconocer la causa pero se ofrece a escucharle por si pudiera ayudarle. A lo que Malueza le vuelve a preguntar, en esta ocasión, que dónde está Villalba. El jefe naval le responde que no sabe y que cree que él mismo y algunos marinos a su cargo son los únicos que quedan en Málaga. Según sus declaraciones ya no quedaban militares en la ciudad.
Malueza alerta a Baudillo de que los sublevados están “copando” Torremolinos y piden ser trasladados, él y los 300 hombres que tenía a su cargo, a Málaga para ayudar en la defensa de la ciudad. Así mismo se pregunta que dónde están las municiones que habían solicitado, así como el apoyo de la aviación.
Dichas municiones así como aviones rusos, se les habían prometido dos días antes diciendo que ya estaban en camino, por parte de un asesor ruso y el comisario de turno en nombre de Stalin. Sin embargo jamás llegaron.
Por su parte el jefe de la Base Naval llamó a la central ferroviaria para enviar allí un coche a recogerlos. Sin embargo también la estación estaba abandonada. Malueza decepcionado le contestó -
“tanta mierda de Revolución para esto. Nos han vendido en Valencia comapañeros”-.
Baudillo San Martín le mostró también su preocupación porque ni él mismo sabía como iba a salir de allí; ya que, a pesar de que tenía orden de abandonar Málaga le fue imposible porque dos buques de los sublevados estaban en la bocana del puerto.
Al final lo único que pudo ofrecerle Baudillo es: -
¡Vete de allí como puedas! ¡Como Dios te de a entender, no puedo hacer nada!
Tenemos constancia de el propio Ministro llamó a Villalba para recriminarle que hubiera abandonado la ciudad -tú no has debido salir vivo de Málaga- y ordenándole volver. No obstante dichas órdenes tampoco serían cumplidas. La voz de Villalba al teléfono transmitía verdadero pánico.
Por su parte sobre las 20,00 horas de dicho día 7 el general José Asensio comunica con Baudillo para conocer la situación y preguntarle por la llegada de la escuadra que se había previsto para las cinco y media de la tarde. El Tte Coronel respondió que a estas alturas ya nadie creía en la llegada de la escuadra. El General le dice al final que organice él la defensa de Málaga como pueda. Baudillo responde que él sólo tiene una pistola y varios marineros y milicianos: ¿Qué podía hacer?.
Cuatro horas después, a las doce y media de la madrugada del 7 al 8 de febrero, Baudillo permanece aún en el edificio de Italcable y contacta con Villalba. Le pregunta cuál es su decisión sobre Málaga, pero este le pregunta asomabrado que dónde está. Cuando Baudillo le responde que en el edificio de Italcable; Villalba incrédulo le increpa afirmando que eso no puede ser porque a las 9 y media de la mañana los fascistas habían entrado en la Caleta deteniendo a gente. Continuó diciendo que si no había recibido la orden de evacuación a lo que éste le respondió que sí, pero que no se fue porque no estaba acostumbrado a desertar. Villalba por su parte de nuevo le prometió que volvería para Málaga, lo que tampoco cumplió.
A favor de Baudillo hoy podemos decir que llevaba razón; pues las tropas de Franco llegaron a las afueras de Málaga el día 7 pero como algunas columnas llegaron ya casi anochecidos, esperaron a la mañana del día 8 para entrar y así evitar emboscadas durante la noche.
Como podemos ver en esta breve correlación de los hechos, fueron muchos los errores cometidos por la República en la Toma de Málaga. Omisiones entre los cuerpos militares, falsas promesas, miedo, etc. Que desembocaron en una tardía huída de la población civil, con las consecuencias trágicas que produjo el éxodo.
Estas situaciones produjo muchas paradojas.
Por ejemplo hubo armamento que llegó a Málaga el día 6 como un par de tanques rusos y ametralladoras antiaéreas que ni siquiera llegaron a montarse. Miles de milicianos esperaban órdenes para acudir a los frentes y nunca las recibieron. A todo esto el grueso del Ejército ya había abandonado la ciudad, cobardemente (por las consecuencias que trajo), dos días antes.
Sobre la orden de evacuación conocemos por las conversaciones telefónicas que sí existió entre el cuerpo del Ejército, sin embargo no entre los milicianos y la población civil cuyo conocimiento les vino a través de rumores, cuando ya era demasiado tarde, o sea el mismo día 7. Hoy sabemos por hemerotecas y por el propio parte de guerra correspondiente al día 8 de febrero de 1937 que, a la entrada de las tropas sublevadas en la capital ese día, miles de personas salían aún de la capital en dirección Motril; siendo víctimas de la persecución de las tropas italianas y el bombardeo de la armada. También, para colmo, entre la población civil huían miles de milicianos, sin uniformes, que habían resistido en la ciudad hasta la entrada de los nacionales y éstos estaban al tanto de tal circunstancia.
A tenor de los datos que hoy conocemos, creo que no nos equivocamos al pensar que la orden de evacuación, que según los historiadores no se dió al menos a la población civil, tendría que haberse dado al menos dos días antes para que así hubiesen estado alejados, los huídos, del enfrentamiento. Máxime sabiendo la República ya que el día 5 de febrero, el coronel Villalba y casi todo el Ejército habían abandonado la ciudad para ubicarse en Nerja y desde allí intentar contrarrestar el avance de los sublevados. Tampoco se advirtió ni a la propia Armada de Málaga, republicana, que la escuadra que había salido de Almería a las 10 de la mañana del mismo día 7 y que tenía que defender la ciudad había quedado paralizada por varios destructores alemanes, mientras se hacía creer que pronto llegaría. Además resulta sospechoso que el cuerpo militar huyera delante de los desplazados civiles como si hubiesen querido usarlos de parapetos.
Esta actuación produjo una desbandada huyendo por la carretera Málaga-Almería y blanco de los bombardeos y ataques aéreos de los nacionales, se habla de más de 100 mil personas las que huyeron.
Los habitantes de Málaga habían sido víctimas de muchas traiciones durante el período en el que se desarrollaron las operaciones nacionales en la provincia y, aunque no se sabe una cifra exacta, miles de personas indefensas y abandonadas perdieron la vida en aquel confuso y desorientado éxodo surgido por la negligencia de unos mandos militares que no estuvieron a la altura, ya que con un poco de previsión militar pudieron haberlo evitado.
De hecho, testimonios directos de milicianos supervivientes, dan fe de la sorpresa que les produjo el desarrollo de tales acontecimientos ya que varios miles estaban preparados para defender la ciudad y no pegaron “un tiro”. En total fueron 200 los muertos (80 de ellos defendiendo sin apoyos militares la Fábrica de Azúcar), por los nacionales en la batalla a las entradas de la ciudad. Se sabe también que 400 militares y milicianos se entregaron a Queipo de Llano a su entrada en Málaga, entre ellos 150 oficiales, tal vez, aunque esto no lo podemos afirmar, uno de ellos fuese Baudillo San Martín y parte de los 300 milicianos de Cártama, ya que algunos de éstos murieron en dicho frente. Unos 2000 milicianos fueron hechos prisioneros.
En cualquier caso desde luego la actuación de la República en la provincia malagueña dejó mucho que desear, amén de que no estaba exenta de verdaderas barbaridades cometidas durante los 7 meses de Gobierno republicano (se refiere a los más de 2.500 civiles y prisioneros asesinados). La confusión reinante en toda la campaña y la omisión, no sólo a la ciudadanía y milicias, sino también entre los propios militares, de los planes para la defensa de la ciudad, creó falsas expectativas entre la población reaccionando cuando ya era tarde.
A Rusia tampoco le interesó ayudar a Málaga si no se les daba a ellos todo el mando de las operaciones en la provincia. Estas pretensiones políticamente no fueron aceptadas por el Gobierno de Valencia en su pugna con sus socios comunistas, factor que contribuyó decididamente también a la caída y tragedia de la ciudad y de toda la provincia.
Adaptado de Pío Moa